lunes, noviembre 27, 2006

AMPLIACIÓN DEL CAMPO DE BATALLA



Tengo la impresión de que ultimamente estoy acertando con todos los títulos que estoy leyendo... 'El arte de amar' y 'El miedo a la libertad' de Erich Fromm, 'Alicia en el país de las maravillas' de Lewis Carrol, Sueño profundo' de Banana Yoshimori y el libro que estoy devorando a pasos, a veces creo, demasiado agigantados, porque no puedo parar, pero sé que debería leerlo más lentamente para digerirlo mejor, porque es francamente revelador y malrollista in extremis. El libro se llama 'Ampliación del campo de batalla' de Michel Houellebecq ( Editado por Anagrama, colección Panorama de narrativas).

No voy a decir nada más sobre el libro, les voy a poner un par de fragmentos y ya verán que se caga la perra con lo que dice... supongo que si tienen un mínimo de criterio y son críticos les encantará, les gustará, créanme... Las conclusiones que se extraen son harto desgrarradoras, si uno tiene hipersensiblidad o no tiene sentido del humor puede verse seriamente afectado... la sordidez de lo descrito es francamente desoladora... vaya panorama, majo!

Bueno, ahí vamos:





''La clave del enigma es muy simple, y es ésta: lo que desa la vaca bretona (manifestando así, hay que hcerle justicia en este aspecto, el único deseo de su vida) es, como dicen los ganaderos en su cínica jerga, 'que la llenen'. Así que la llenan, máso menos directamente, en efecto, la jeringa de la inseminación artificial puede, aunque al precio de ciertas complicaciones emocionales, sustituir estas lides el pene del toro. En ambos casos la vaca se calma y regresa a su estado original de atenta meditación, con la excepción de que unos meses más tarde dará a luz a un ternerito encantador, Cosa que para el ganadero es puro beneficio, dicho sea de paso'.

Naturalmente el ganadero simboliza a Dios. Movido por una simpatía irracional hacia la potranca, le prometía el capítulo siguiente el eterno disfrute de numerosos sementales, mientras que la vaca, culpable del pecado del orgullo, sería condenada poco a poco a los tristes placeres de la fecundación artificial. Los patéticos mugidos del bóvido no eran capaces de ablandar la sentencia del Gran Arquitecto. Una delegación de ovejas, formada por solidaridad, corría la misma suerte. El Dios escenificado en esta breve fábula no era, como se ve, un Dios misericordioso.'









'Por lo general no veo a nadie los fines de semana. Me quedo en casa, ordeno un poco; me deprimo amablemente.
Sin embargo, este sábado, entre las ocho y las once tiene lugar un momento social.
Voy a cenar con un amigo sacerdote a un restaurante mexicano. El restaurante es bueno; por ese lado no hay ningún problema. Pero mi amigo ¿Sigue siendo mi amigo?
Estudiamos juntos; teníamos veinte años. Gente muy joven. Ahora tenemos treinta. Cuando consiguió el título de ingeniero, él se metió en el seminario; se desvió del camino. Ahora es cura en Vitry. No es una parróquia fácil.

Me como una torta de frijoles y Jean-Pierre Buvet me habla de sexualidad. Según él, el interés que nuestra sociedad finge experimentar por el erotismo ( a través de la publicidad, las revistas, los medios de comunicación en general) es totalmente ficticio. A la mayoría de la gente, en realidad, le aburre enseguida el tema: pero fingen lo contrario a causa de una estrafalaria hipocresía al revés.
llega al centro de su tesis. Nuestra civilización, dice, padece un agotamiento vital. En el siglo de Luis XIV, cuando el apetito por la vida era grande, la cultura oficial enfatizaba la negación de los placeres y de la carne; recordaba con insistencia ue la vida mundana sólo ofrece satisfacciones imperfectas, que la única fuente verdadera de felicidad está en Dios.
Un discurso así, afirma no se podría tolerar ahora.
Necesitamos la aventura y el erotismo, porque necesitamos oírnos repetir que la vida es maravillosa y excitante, y está claro que sobre esto tenemos ciertas dudas.

Tengo la impresión de que me considera un símbolo perteneciente a ese agotamiento vital. Nada de sexualidad, nada de ambición; en realidad, nada de distracciones tampoco. No sé qué contestarle; tengo la impresión de que todo el mundo es un poco así. Me considero un tipo normal. Bueno, puede que no exactamente, pero ¿Quién lo es exactamente? Digamos que soy normal al 80%.
Por decir algo, observo que en nuestros días todo el mundo tiene forzosamente la impresión, en un momento u otro de su vida, de ser un fracasado. Ahí estamos de acuerdo.'










'La dificultad es que no basta exactamente con vivir según la norma. De hecho, consigues ( a veces por los pelos, por los mismos pelos, pero en conjunto lo consigues) vivir según la norma. Tus impuestos están al día. Las facturas, pagadas en su fecha. Nunca te mueves sin el carnet de identidad ( y el bolsillito espacial para la tarjeta VISA...).

La norma es compleja, multiforme. A parte de las horas de trabajo hay que hacer las compras, sacar dinero de los cajeros automáticos ( donde tienes que esperar muy a menudo). Además, están los diferentes papeles que hay que hacer llegar a los organismos que rigen los diferentes aspectos de tu vida. Y encima puedes ponerte enfermo, lo cual conlleva gastos y nuevas formalidades.
No obstante, queda tiempo libre. ¿Qué hacer? ¿Cómo emplearlo? ¿Dedicarse a servir al prójimo? Pero, en el fondo, el prójimo a penas te interesa. ¿Escuchar discos? Era una solución, pero con el paso de los años tienes que aceptar que la música te emociona cada vez menos. [...]

Has tenido una vida. Ha habido momentos en que tenías una vida. Cierto, ya no te acuerdas muy bien; pero hay fotografías que lo atestiguan. Probablemente era en la época de tu adolescencia, o poco después. ¡Qué ganas de vivir tenías entonces! La existencia te parecía llena de posibilidades inéditas. Podías convertirte en cantante de variedades; o irte a Venezuala. [...]

A tí también te interesó el mundo. Fue hace mucho tiempo; te pido que lo recuerdes. El campo de la norma ya no te bastaba; no podías seguir viviendo en el campo de la norma; por eso tuviste que entrar en el campo de batalla. Te pido que te remontes a ese precios momento. Fue hace mucho tiempo, acuerdate, el agua estaba fría.
Ahora estás lejos de la orilla: ¿Ah, sí, que lejos estás de la orilla! Durante mucho tiempo has creído en la exisencia de otra orilla; ya no. Sin embargo sigues nadando, y con cada movimiento estás más cerca de ahogarte. Te asfixias, te arden los pulmones. El agua te parece cada vez más fría y sobre todo cada vez más amarga. Ya no eres tan joven. Ahora vas a morir, No pasa nada. Estoy ahí. No voy a abandonarte. Sigue leyendo.
Vuelve a acordarte, una vez más, de tu entrada en el capo de batalla.'












'No volvería a ver a Jean-Yves Fréhaut, y, además, ¿Por qué debería volver a verlo? En el fondo no habíamos simpatizado de verdad. De todas maneras, en esta época uno se vuelve a ver poco, incluso cuando la relación arranca con entusiasmo. A veces hay conversaciones anhelantes sobre aspectos generales de la vida; a veces también hay abrazo carnal. Desde luego, uno intercambia números de teléfono, pero en general se acuerda poco del otro. E incluso cuando uno se acuerda y los dos se vuelven a ver, la desilusión y el desncanto sustituyen rápidamente el entusiasmo inicial. Créeme, conozco la vida; todo eso está completamente bloqueado.
Esta progresiva desaparición de las relaciones humanas plantea ciertos problemas a la novela. ¿Cómo acometer la narración de esas pasiones fogosas, que duran varios años, cuyos efectos se dejan sentir a veces en varias generaciones? Estamos lejos de Cumbres borrascosas, es lo emnos que puede decirse. La forma novelesca no está concebida para retratar la indiferencia, ni la nada; habría que inventar una articulación más anodina, más concisa, más taciturna.

Las relaciones humanas se vuelven progresivamente imposibles, es por esa multiplicación de los grados de libertad cuyo profeta entusiasta era Jean-Yves Fréhaut. Él no había tenido, estoy seguro, ninguna relación; su estado de libertad era extremo. Lo digo sin acrimonia. Se trataba, ya lo he mencionado, de un hombre feliz; dicho esto, no le envidio esa felcidad.

La especie de pensadores de la informática, a la que pertenecía Jean-Yves Frehaut, no es tan rar, como podría parecer. En cada empresa de mediano tamaño se puede encontrar uno, a veces incluso dos.
Además la mayoría de la gente admite vagamente que cualquier relación, en especial cualquier relación humana, se reduce a un intercambio de información ( por supuesto, si incluímos en el concepto de inflormaciónlos mensajes de carácter no neutro, es decir, gratificantes o penalizadores). En estas condiciones, un pensador de la informática se transforma pronto en pensador de la evolución social. A menudo su discurso será brillante, y por tanto convincente; incluso podrá integrar en él la dimensión afectiva.'

'Fragmentos de Ampliación del campo de Batalla' de Michel Houellebecq.
Fotgrafías de Nan Goldin.





Supongo que algo de esto te habrá hecho sentir cierto vértigo, o habrá plasmado eso que pensabas de una manera abstracta, qué sé yo..... sólo espero que te haya gustado tanto como a mí, y que si te interesa te vayas corriendo a la librería más cercana en cuanto puedas a por un ejemplar de la novela.

Da miedo, mucho miedorrrr..... pero me tiene enganchada, supongo que es esa seducción que producen las cosas que sabes que son chungas... amo las cosas que encienden la bombilla de 'danger' y lo difícil.... y sobre todo las bofetadas de realismo que te hacen ver que muchas cosas no son las que son, amo ver que nada es tan guay como queremos creer porque nos consideramos guays y todo a nuestro alrededor tiene que ser guay.... y sobre todo me gusta cuando el tratamiento es cínico, irónico o sarcástico... me gusta reírme de lo chungo, qué le voy a hacer, no lo he inventado yo. El humor negro me fascina y me seduce. Me gustan las cosas que aparentemente son apocalípticas y que me roban una carajada de cinismo entremezclado con mal rollo, vamos, cosas como las que dice este libro :)

Pero luego no me tomo nada en serio... si no vaya depresión, Ramón! ;)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

MUSA entre musas de la Cultura y las letras. Me ha encantado lo leido en tu blog. La verdad es que Houllebeck me encanta a pesar de su cinismo y amargura existenciales, k se contagian oiga...! Has leido Plataforma o las particulas elementales? Estuve un poco depre tras leer este ultimo, pero el formato novela lo hace mas suave... Por cierto, mirate SIX FEET UNDER. te molaria.

ADRI

Anónimo dijo...

Las historias interesantes pueden resumirse en dos o tres, la del hombre que se encuentra al fin con la oportunidad de arrojar todo por la borda y justo escucha una vocecita que le grita ¡papi, papi!, la de aquel que se perdió a sí mismo y ya no se busca -lo que es una forma de haberse encontrado-, y la del viejo capitán firme en la tormenta (que incluye la del viejo capitán que después de la tormenta descubre que su barco era solo una maqueta en una piscina). Se puede agregar la de quien jamás aceptó un soborno del diablo y también la del que prefirió inmolarse a vivir como la gente común y estas, a su vez, pueden resumirse en una sola: La hija de un multimillonario ha desaparecido en oscuras circunstancias y un detective con problemas de alcohol toma el caso como un asunto personal.
Esta es una de esas historias y, como todas las historias interesantes, comenzó por el final –por más que se cuenten desde el principio– porque es el final lo que las hace interesante, pero el final de esta la hace doblemente interesante porque enigmáticamente dice continuará…

así empieza una novelita que estoy terminando si es que se puede decir terminando a eso, me llamo Ponce, si te interesa mi mail es jja_ponce@hotmail.com escribime y yo te contesto y después etc. etc.

Anónimo dijo...

Novela absolutamente acojonante, en el mejor de los sentidos que pueda tener la palabra. Foto cruel de los aterradores rincones en los que cualquiera puede acabar si pierde el ritmo y las formas que marca esta dictadura de lo políticamente correcto y no tiene un amor al que agarrarse.