Por las mañanas le gusta hacer las faenas de la casa antes de ir a trabajar. Limpia un poco el polvo y friega que refriega los restos que dejó el festival de la noche anterior. Y es que la sangre sale muy, muy mal y le gusta tener la casa muy, muy bien.
Ese es el problema de haberse mudado a la ciudad, cuando llega San Martín la matanza del cerdo no se vive igual en un piso de protección oficial que en el corral de la añorada casa del pueblo. Tampoco vienen los vecinos a hacer embutido. Ahora tendrá chorizos para dos años.
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