viernes, agosto 15, 2008

La llamada



Estatua de cera de la reina Elisabeth I de Inglaterra en el Museo Madame Tussauds de Londres.


Después de que me llamaras me he puesto a mirar fotos de entonces. Al mirar esas escenas congeladas en el tiempo me he transportado a esos momentos. Es como si me hubiera colado en un holograma y hubiera podido respirar que tiene vida cuando pensabas que era algo inerte. Al entrar en cada instantánea he podido oler y sentir ese momento, sentir esas cosas que ya no me acuerdo ni de cómo son ni de cómo saben ni de cómo huelen. Parece que en mucho tiempo el hielo ha congelado hasta el último mueble de la habitación, el hielo hace parecer todo más escaso, como con más espacio, espacio en el que te sientes bien porque no te agobias pero en el que ni crece ni hay nada. Ya no te quiero, no es eso, ni siquiera me ha dado un latidito de más el corazón, esa llama está apagada y no volverá a encenderse, la mecha está húmeda, quizás de las lágrimas que me tragué y no salieron por los ojos, quién sabe. Me he vuelto a sentir un poquito más humana, últimamente pienso en cosas básicas y sin magia, en cosas prácticas como en el trabajo, en ir al supermercado, en el trabajo, en ir el domingo al rastro, en el trabajo, en el trabajo. El trabajo me gusta y me hace ilusión, pero ahora más que nunca cuando tengo ilusión por el trabajo, cuando por fin creo que estoy empezando a hacer lo que me gusta y voy encaminada a lo que quiero ser es cuando todo ese brillo que tenía deja de relucir, porque no tengo con quien compartir mi ascenso, supuestamente ascenso por la escalera por la que quería subir. Y no me faltas tú, no es eso, noto un vacío, que desde luego no eres tú quien lo tiene que rellenar, eso lo sé desde hace muchos años. Pero tú me conoces muy bien, más de lo que en aquel entonces pensaba, y me gustaría que alguien rellenara ese hueco, pero sin ser esa persona tú, porque a tí no te quiero y contigo la ilusión está muerta y enterrada. Ahora que encontrado lo que buscaba cuando estaba contigo, que no tenía nada que ver contigo me hace ver que necesito ese espacio que ocupaba tu figura, el espacio de la figura, no de la persona en sí. En realidad pasé años de horma en horma sin zapato adecuado. Ahora que los barcos empiezan a llegar a puerto necesito volver a sentir lo que sentía en esas fotos. Volver a sentir que no es mi boca la que sonríe, sino mi alma. Y viendo esas fotos me he dado cuenta de que aunque pensaba que mi corazón estaba helado, aunque frío sigue latiendo débilmente, pero eso a fin de cuentas significa algún resto de vida. Sólo hay que acabar de curarlo para que vuelva a latir bien. Reposo, convalecencia y alta médica. Y ahora que mi corazón está estirado en la cama del hospital se imagina ansioso el día que le den el alta para volver a latir por ahí. Aún no puede ser, aunque fastidie tener que reposar es lo conveniente para sanar bien las heridas y optimizar la vida a posteriori. Hay que tener paciencia, eso he aprendido con los años, paciencia, por mucho que arda el fuego.

Y aquí estoy mirando viejas fotos, como una jonqui en fase de cura con metadona esperando el día en el que salga a la calle sin la paranoia de controlar quien puede ser camello por donde te cruces por si te viene el miedo y tienes que salir huyendo con una dosis para metértela en el primer lavabo de bar que te encuentres. Alivios momentáneos en paraísos artificiales, mierda de vida.





El conde de Essex


Y se han acabado las fotos, ya las he visto todas, no te echo de menos cariño, y no te quiero. Pero sin embargo quiero. Jaja, me parece gracioso. Hace tiempo que no me había escuchado decir que quería a alguien, y es verdad, no estoy enamorada, pero bueno, lo importante es empezar por algún lado. No me di cuenta cuando empezaba a gustarme porque estaba por otros menesteres, le empecé a querer, y tampoco. Sólo me he dado cuenta de que le quiero esta tarde cuando necesitaba contarle una cosa en referencia a mi trabajo tan importante, tan importante, que la tenía que comentar con él el primero porque es la primera persona que quiero que sepa la noticia, me hace ilusión, y por eso me he dado cuenta de que para mí es muy importante y de que le quiero más de lo que pensaba.

Y fíjate, qué curioso, me acuerdo de aquella tarde en la que la crisis empezó a tejerse sobre nuestras cabezas cuando me dijiste que me odiabas, que tras esas cara y esa dulzura de ángel se escondía una sádica vampira. En aquel entonces tú no entendías nada, vale, yo tampoco. Pero ahora no pasa nada, eso es agua pasada. Lo importante es que sigo teniendo capacidad para amar, y te aseguro que era algo que veía muuuuuuy remoto. Y encima la he cagado, sí, Víctor, la he cagado. Pero dicen que con paciencia si las cosas tienen que ser acabarán siendo. Así que una vez más tendré que tener paciencia, pero esta vez afortunadamente por algo que me da ilusión y me hace arder el corazón, quiero a una persona.


Carta de la reina Elisabeth I de Inglaterra a un ex-amante.