lunes, enero 16, 2012

A veces la desesperación se apodera de todo



Hoy es 15 de Octubre de 2009 y piensas que a veces la desesperación se apodera de todo y te paraliza. Tienes miedo, gritas en silencio y te maquillas como una travesti para que nadie se dé cuenta de lo que pasa por ahí dentro, por tu cabeza... por esas vísceras que andan bien revueltas.

Cruzas la calle para ir a la mercería. Entras, hay una cola infinita que no quieres esperar. Te marchas y vas a desayunar un pincho de tortilla con posibles restos fecales imperceptibles a cualquier sentido, pero la mierda allí está, pegada a un trozo de patata refrita en aceite de semillas. Ahora mismo estás masticando una micra de mierda de uno de los pinches de cocina del Museo del Salchichón, aquel al que le entró un apretón a las 6.45, quince minutos antes de freír la patata que ahora mismo estás deglutiendo. Bien envuelta en saliva la patata ya se está deslizando por el esófago rumbo a pegarse unos bailoteos con los ácidos de tu estómago, que hoy, además, por culpa de la desesperación, están de fiesta mayor.

Contintúas caminando por el día, hoy es martes, pero, discúlpame, tu día es tan aburrido que tampoco perdemos mucho si no lo reseñamos ¿Verdad?.

(Ahora entran los anuncios)






Ahora estás bajando la cuesta de tu casa, ya ha anochecido, pero antes te acuerdas de que tienes que comprar el pan y te desvías por el callejón en busca del chino, ese templo de las grasas saturadas al que has ido mil y una veces en busca de paz. Y fe de Dios, o de quien sea, que has encontrado allí esa paz...

Paz en forma de donuts, donettes, gofres precocinados que sólo tienes que poner en el microondas, patatas Lays gourmet sabor jamón ("presunto" en portugués) o pastelitos hojaldrados industriales de manzana "Mildred", que por cierto, vaya nombre ridículo para poner a un pastelillo, tan empalagoso como su sabor.


Doblas la esquina mientras compruebas que llevas el monedero, que no te lo han robado en el metro. Justo en ese momento sale un hombre vestido de negro de un portal, se abalanza sobre tí. Te llama puta. Te dice que vayas con él o te mata.

¡Volvemos en 2 anuncios!






El hombre de negro te acaba de llamar puta. Tú crees que te va a pasar lo peor, que qué mala suerte tienes, que todo te toca a tí, que sólo quieres comprar una barra de pan y ahora te acabas de meter en lo que pinta que va a ser un buen fregao. Y le dices que por favor, que no te haga nada, que le das todo lo que quiera, que no te toque, que no te mate, que no te atraque, que no te viole, que no te pegue, que no te arruine el resto de tu vida porque tienes un perro que te quiere mucho y está esperándote en casa y que es asmático, que si no vuelves pronto le va a dar un ataque y se morirá. El hombre se ríe de tí, te llama pedorra y empieza a gritar, a gritar cosas sin sentido.
Tú no entiendes nada, sólo notas que del miedo que estás pasando algo viscoso se cuela por tu bajo vientre, traspasa tus bragas como si fueran un colador y se desliza por tus piernas. Es la misma sensación que cuando te vino la regla en la segunda vuelta del Dragon Khan aquel agosto del 1998. Mierda. El tío te pega una hostia y te salta un diente. Le preguntas -¿Pero qué coño haces?-. Él te contesta que lo que le sale de los huevos. Se hace el silencio durante dos segundos, porque después de esa réplica es muy difícil superarla, y más en un momento de acción tan trepidante como éste...

¡Volvemos en 1 minuto!



Te acaba de llamar puta y no has sabido como mejorar su línea de diálogo, con lo que ha reinado el silencio durante ese tiempo.

Tras esos dos segundos tú le respondes que podría no haberte dado esa hostia, también es verdad, era totalmente innecesaria, prosigues tu discurso y le dices que ahora te tendrán que poner un implante de titanio y es muy caro y no tienes dinero porque estás en el paro. El hombre te dice que hay muy buenos descuentos en Groupon, implantes de titanio con un 65 % de descuento, que eso se lo paga hasta el más pintao, que busques en internet, porque si te descuidas en Groupalia incluso te hacen más descuento, pero que jamás se te ocurra irte a Vitaldent, que él tiene muy mala experiencia. Resulta que fue a hacerse una limpieza y le arrancaron media encía.

Tú no puedes más, ya te da igual lo que haga ese hombre contigo y le dices que acabe ya, que haga lo que tenga que hacer, pero que termine. El hombre te atiza con un bastón y te dice- Coño, ¿No lo ves? Llevo todo el puto día intentando cruzar la calle. Cógeme del brazo y llévame a la otra acera.

¡Nos vemos en 2 minutos!





En este punto de la historia tú no entiendes nada.

Nervioso el hombre te grita- ¿Es que no ves que soy ciego, pedazo de gilipollas? Llevo todo el día intentando cruzar esta puta calle y nadie me ha querido ayudar, joder-. Tú le coges del brazo, intentas cruzar, pero pasa un coche. Paras y miras los ojos del hombre que te ha saltado un diente, es un puto cabrón. Él mirando al infinito te dice- Joder, tía, estás más ciega que yo, ¡Venga, va!, que no se oye ningún coche-. Le miras y te da pena porque es un pobre hombre ciego, y te da todavía más pena cuando recuerdas que te ha dicho que lleva todo el día intentando cruzar la calle. Su vida es todavía más mierdosa que la tuya ¿Quién puede pasarse un día entero esperando cruzar la calle?. Prosigues en tu pensamiento de atontada mental porque hasta hace un momento pensabas que mañana tendrías un minuto de gloria en todas las portadas de los rotativos más sensacionalistas, o todos, porque al final, todos son igual de sensacionalistas, y llegas a la conclusión de que tu vida es asquerosamente gris y triste, pero la suya más, y que no vale la pena vivir así, con lo que lo empujas contra un camión tuneado de la chatarra. El hombre queda aplastado contra el suelo, con el bazo aplastado por la rueda derecha del camión. No para de llorar ni de gritar, parece un cerdo el día de San Martín. Es desagradable. Gritas-¡Que se calle por Dios!-. Sale el gitano "desennortado" perdido preguntando que qué ha pasado. Tú te encoges de hombros y dices -No sé, yo.... yo....-. El gitano te dice que lo has empujado. Tú le replicas que no ha sido así, que lo único que ha pasado es que él lo ha atropellado y que se las arregle con la poli, que tu perro asmático te está esperando y le tienes que dar la medicación. Te vas con tus pantalones teñidos por el reglote galopante que te acaba de bajar. Y mientras te vas piensas que has hecho bien, que has acabado con una vida miserable, que ojalá alguien hubiera hecho contigo lo que tú con el ciego, te detienes un segundo y te cabreas pensando en que también ya le vale al ciego, después del susto que te ha pegado cuando te ha asaltado podría habértelo puesto fácil. Podría haberte asesinado él a ti y no tú a él y te ahorraba una existencia tediosa que ni te gusta ni te interesa. Te cagas en todo y sobre todo en el ciego y en su puto egoísmo, eso es lo que piensas, Jennifer. Venga, para casa, que tienes que conectarte al Groupón a ver si hay suerte y esta noche sale una oferta de implante de diente de titanio.

FIN


P.D: Querida Jennifer, no nos podíamos despedir de ti sin darte una buena noticia, dentro de unos años te presentarás a un concurso familiar en el access prime time. No ganarás el concurso porque habrá una concursante mucho más rápida e inteligente que tú. Pero eso sí que es verdad, entre todas las que os enfrentéis en el concurso tú destacarás por encima incluso de la ganadora, porque sólo tú tendrás una habilidad que nadie más poseerá. Pasarán los años y seguirás siendo recordada por todo el mundo. Te reconocerán en el mercado, por la calle, en los balnearios a los que acudas para relajarte... Contentos y felices te abrimos una ventana al futuro, muy parecido a aquel con el que sueñas. Esta serás tú de aquí a 3 años.






Desde aquí te damos la enhorabuena por adelantado y prometemos que no diremos a los medios que quien asesinó al ciego fuiste tú, no es cuestión de que cuando tu vida sea por fin como tú quieres vayamos a joderte. ¿O sí?