jueves, diciembre 15, 2011

Misma mierda, diferente olor




Louise Mary Alcott escribió en sus novelas sobre algo que podríamos traducir como "la locura del estado de ánimo", que no es más que la depresión conectada con la batalla que supone equilibrar la creatividad artística con la vida doméstica. Desde una perspectiva de género la locura en la literatura con mucha frecuencia tiene que ver con esa idea de desequilibrio entre la energía que se utiliza para los quehaceres atribuidos a la mujer, como el cuidado de la casa y de los hijos y la poca o nula capacidad para poder dedicarse a la creación artística. En algunas ocasiones la locura es sinónimo de escape y liberación para las mujeres. Para Sandra Gilbert y Susan Gubar, dos señoras que podrían ser consideradas por mucha gente como "quemasujetadores" por pura ignorancia o insensato desdén, la frecuencia con la que las mujeres han escrito sobre la locura es uno de los síntomas más relevantes sobre sus ansias de liberación y su consecuente sentimiento de opresión. Elaine Showalter acuña el término de "la enfermedad femenina", es decir la locura, para qué andarnos con chiquitas, una locura que no es más que el precio que tienen que pagar las mujeres artistas para poder ejecritar su creatividad en una cultura dominada por la masculinidad. Ahora bien, según las feministas de la Tercera Ola esto no son más que disertaciones victimistas. Según ellas las mujeres pueden conseguir lo que quieran porque lo valen, tal como reza el archiconocido spot de L'Oreal que decía que lo valíamos y chimpún. Bueno, quizás eso lo decían porque las señoras feministas de la tercera ola surfearon sobre su tabla hasta los años 90, y recordemos que en su mayor parte las feministas de la Tercera Ola eran norteamericanas de clase media-alta en plena efervescencia yuppie-chupi-todas podemos ser como Melanie Griffith en la peli aquella cuyo nombre no recuerdo ahora. Ahora parece ser que están bastante calladitas, toda una pena, teniendo voz y medios para ser escuchadas se han dado un punto en la boca. Las circunstancias desde aquellos maravillosos años han cambiado. El enemigo ya no es solamente, en los países occidentales, y en depende en qué contextos artísticos, una cultura cimentada en el paternalismo hacia la mujer, su cosificación y el patriarcado como religión. Que lo es también. El problema es que ahora la sociedad es mucho más compleja, el género se ha diluído en algún lugar de un gran país... pero las dinámicas, ojo, las dinámicas siguen, aunque han transmutado porque son muy listas, se han disfrazado detrás de una capa y de una máscara y se mueven a sus anchas por este carnaval en el que se ha convertido Occidente. No viene a cuento, pero llegados a este punto recordaré que después del carnaval llega la cuaresma, tiempo de austeridad, recogimiento, introspección, ayuno y ausencia de las alegrías que nos proporcionó tan colorida masquerade.

Volviendo a lo que iba, pocas mujeres son las que pueden desarrollar una carrera artística/literaria/etc. en condiciones, y con esto no me refiero a que esas carreras puedan ser llevadas tal y como la artista quiere (falacia de cuento de hadas) ni tampoco que puedan ser más o menos coherentes, a lo que me refiero es que si una mujer quiere quiere vivir gracias a su creatividad y no tiene detrás un amante viejo que la mantenga o una herencia de una tía abuela multimillonaria desconocida que con muy buena voluntad se ha convertido en su heroína y salvadora dejándoselo todo (afortunada seas entre todas las mujeres, Amén) poco tienes que rascar. El tema es que ahora los varones también se han subido a este carro que nos conduce por un desierto cuyo final parece que nunca llegará. Ahora ni los propios varones pueden desarrollar su voz artística plenamente, ni de costado, ni por asomo, ni por casualidad, si quieren ganarse las castañas. Pero es que ha llegado el punto en el que no pueden ni ganarse las castañas, como dato, sólo diré que talentosos compañeros guionistas varones están desperdiciando su materia gris sentaditos en el sofá de casa porque no pueden ejercitar su oficio/arte/dígalo como usted quiera. Pero no voy a reducir, siempre se trata de ampliar, y ampliaremos, vaya que si ampliaremos, ampliaremos el campo de batalla y volveré a hablar del género masculino y su situación actual. Muchos hombres no saben dónde están, qué hacer, están perdidos, están desorientados, no saben si subir, bajar, izquierda, izquierda, derecha, derecha, delante, detrás, un dos, tres. Sus esquemas mentales se han derrumbado, sus jerarquías se han dinamitado, el sistema sobre el que se montaba la estructura de su percepción del mundo se ha inmolado. Mira tú qué bien, más perdidos que un pulpo en un garage. Ya no pueden dar por sentado absolutamente nada de lo que se formaba el antiguo orden que, instalado como una garrapata en su cerebro, les reportaba cierta seguridad. Tampoco pueden hacer ciertas cosas que antes estaban dadas por sentadas, al menos por ellos, como era el hecho de ganarse el pan y tener una cierta estabilidad, al menos vital. Nunca les dió miedo la inestabilidad, porque la vida decía que el movimiento siempre crea una inercia que lo estabilizará todo. Ya no hay nada claro, todo está convulso, como las aguas de un río contaminado movidas por una zodiac de protección civil buscando el cadáver de una adolescente asesinada. Ya no está claro que mañana puedas tener un cacho de pan para llevarte a la boca porque la letra de la hipoteca o el alquiler se te lleva el 90% de tu sueldo y la tienes que pagar. Da vértigo. Mucho vértigo, sobre todo para quien hasta que no ha tenido los cojones negros, es decir, que ya tiene cierta edad, no ha experimentado ese sentimiento con anterioridad. Y alguno de esos varones se repite una y otra vez - ahora que no tienes trabajo, ojo no pierdas la vivienda, porque eso sí que será el principio del fin-, y además con razón.

Trabajos temporales, trabajos sin ningún tipo de seguridad, trabajadores que son como camisetas del Zara, de usar y tirar. Es una pena que el talento sea un bien que se usa y se tira como un pañal para la incontinencia, que sea un bien escaso que se pueda desperdiciar tan facilmente...
Este liberalismo absurdo que se atreve a dar golpes de estado (Italia y Grecia son buenos ejemplos de ello) está sumiendo a muchos hombres en una tristeza/locura que hasta hace relativamente poco era sólo patrimonio de las mujeres. Unas mujeres histriónicas a las que se las consideraba locas, locas de atar, a las que en gabinetes psicológicos/psiquiátricos se las sometía a duros y por otro lado cuestionables tratamientos como las descargas eléctricas, alias "electroshocks" o la violación mediante una especie de máquina-vibrador a la que irónicamente se le hacía enchufar al padre o al hermano, o al marido o al varón de turno que estuviera al mando de la vida de esa mujer. Ahora que a los varones también se les somete a torturas similares, se les corta las alas, se les recortan los derechos, se sienten como mujeres que querían escribir o ser pintoras, o ser directoras de cine en los años 50. Mujeres que solas no podían volar, y que atadas a un marido que las mantenía, en la mayoría de los casos, tampoco podían volar. Porque como bien decía Virginia Wolf toda mujer debe tener un cuarto propio y un montoncito de parné, y esto no parece estar siendo la norma.

¿Qué va a pasar?. Ahora que podéis entendernos más y que estáis experimentando la "female malady" de la que hablaba Elaine Showalter, ¿Qué pensáis?. Señoras de la Cuarta Ola, empiecen a publicar cosas ya, empiecen a dar mucha caña, empiecen a cuestionar. Señores, ustedees también. Señoras de la Tercera Ola, vuelvo a ustedes, no puede ser que ahora estén tan calladas porque aunque en boca cerrada no entran moscas por el ojete pueden entrar metafóricos cimbeles como melones y les recuerdo que no tenemos lubricante para tanto culo. Yo a estas horas de la madrugada y después de un día de mierda que parece no acabar nunca escribo fatal. Además soy una amargada descreída que ha perdido la constancia para hacer cosas que le reporten ilusión, si, sólo soy constante si me pagan. Y lo soy mucho, una workaholic a la que le gusta pagar sus facturas. Y ahora que está complicado y tengo poco tiempo y muchas facturas tengo que invertir más que nunca mi tiempo en trabajar. Cuando hay trabajo hay que darle mucho al callo, y cuando no hay "faena" tengo que invertir la mayor parte del tiempo en buscar trabajo, súmale a esto que mi poco tiempo libre está destinado a estudiar como una perraca para así poder tener más opciones de futuro. Siempre buscando opciones de futuro, cuando la mayor parte del tiempo me cuestiono si es que habrá un futuro y si será como quisiera que fuera, porque por más que me empeñe en recorrer el camino que teóricamente se supone que me conducirá a ese "El Dorado" del mañana que se supone que es un futuro mejor todavía lo cuestiono más.

Pero volviendo a lo del blog, dudo que si pongo en marcha el blog tenga continuidad, porque me supondría un esfuerzo para el que probablemente, o mejor dicho, seguro que no tengo ni fuerzas ni tiempo, pero para el que sí que tengo mucha ira contenida. Dicen que la ira es un motor muy potente, así que estoy sopesando la idea de escribir un blog un poco más sesudo que los blogs que tengo esparcidos en el ciberespacio donde las gilipolleces campan a sus anchas. ¿Vamos a intentarlo? A ver para qué me da el cabreo.

Buenas noches, que es muy tarde y mañana me espera otro día de no-vida.