miércoles, septiembre 11, 2013

Give me money, honey

 Dame dinero, soy bonita.
Dame dinero, abro la boquita, pongo el culo en pompa,
me vuelvo medio loca...

Dame dinero, soy bonita.
Si no lo haces me iré de casita,
Me venderé en esa esquinita.

Dame dinero de tu cuenta corriente,
No me mientas, que no te seguiré la corriente.

Dame dinero para irme a gastarlo
Si no me dará por investigar y denunciarlo.


Dame dinero, soy bonita, amenázame con ese fusil porque voy a abrir la boquita.

Unos días concretos de tercera década del siglo XIX la abuela Gina le cantaba cada tarde a Arlene la misma canción en el porche de su casa en Rockville, Mississipi mientras saboreaban una rica limonada y los trabajadores de la plantación flagelaban a los negros para que trabajaran más duro.  Ese era el pan nuestro de cada día de los otros negros, la abuela Gina, como se ocupaba de Arlene, siempre tuvo privilegios.

La abuela siempre le preguntaba a Arlene si le gustaba la canción infantil que se había inventado. A Arlene no le gustaba, es más, le parecía de lo más desagradable, porque no hablaba ni de animales en dificultades, ni de granjeros, ni de números, ni de partes del cuerpo. Hablaba de algo que no sabía qué era ni se lo podía ni llegar a imaginar. Dame dinero, soy bonita. Pensaba que era la frase más estúpida que se podía decir, algo parecido a "dame en la rodilla, verás cómo salta la pantorrilla". Es evidente que si no eres guapa no te dan dinero, y si eres guapa no lo tienes que pedir, porque te lo dan para que estés todavía más guapa. ¿Qué tontería de canción es esa?. Pero como Arlene adoraba a la abuela Gina siempre le decía que sí.

Unos días concretosa principios del S.XX en Liverpool Johanne cantaba en el telar donde trabajaba de lunes a domingo cuando no estaba cerca el supervisor ante la mirada atónita de sus compañeras la siguiente canción.

Dame dinero, soy bonita,
En este buzón dejo mi papelita,

Dame dinero, soy bonita,
Iguálame las condiciones de trabajo y se callará esta boquita.




Hace unos días en Chatêau Voltaire Juliette trareba una canción mientras se embutía, no sin gran esfuerzo, dentro de una faja de cuerpo entero para esconder los estragos de un embarazo. Pese a que la gestación ya era lejana y el retoño ya casi andaba, el cuerpo de Juliette todavía se empeñaba en gritar al mundo que había estado presente en su cuerpo. Juliette lo odiaba.

Juliette era la esposa de un conocido cirujano plástico que hacía milagros en todos los cuerpos menos en el suyo. Juliette siempre le preguntaba a su marido que por qué no la operaba a ella y le devolvía aquella figura que ella entendía que era la que se ajustaba a lo que debía ser su cuerpo, no aquella que se había empeñado en esculpirle la maternidad.  Jacques siempre le respondía que a él le gustaba como era, que no tenía que someterse a ninguna lipoescultura, que ella era diferente, no era como sus pacientes. Le decía que si la moldeaba sería una más, sería como todo aquel desfiladero de mujeres homogéneas que no se distinguían unas de las otras a excepción de por los datos de sus cuentas corrientes. Las cuentas sí que eran diferentes, unas más abultadas, otras más escasas, pero sus cuerpos no. Sólo se distinguían por su cuenta corriente. Pero sus cabezas no. Porque según Jacques cuando moldeas el cuerpo de alguien también estás modificando su cerebro, es una especie de cirugía no invasiva que se opera desde un lugar diferente del cuerpo, pero que modula la estructura cerebral.


Juliette después de dejar a Pierre, su hijo en la guardería americana, volvía a su coche, arrancaba y se iba en volandas al centro de la ciudad. Aparcaba en la zona azul, sacaba una bolsa donde guardaba harapos y maquillaje y se travestía de indigente.

Recorría toda la avenida De Gaulle hasta plantarse delante del cajero que está al lado de la bombonería Saint Michel donde se sentaba junto a una gorrita y cantaba una canción que la liberaría de su cuerpo moneda a moneda.

Dame dinero, soy bonita.
Dame dinero, abro la boquita, pongo el culo en pompa,
me vuelvo medio loca...

Dame dinero, soy bonita.
Si no lo haces triste estará esta tripita.

Dame dinero, soy bonita
Dame algo para realzar esta tetita.

Dame dinero, aunque no lo parezca soy bonita
Sólo necesito una ayudita.

Dame dinero, seré bonita,
Para ser feliz sólo necesito un poco de cirugía.

Dame dinero, seré bonita
Volveré a ser quien era y me callaré la boquita. 

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