jueves, abril 22, 2010

Pedacito de tierra




Todo viene, pasa y se va. Parece que nada permanece. Pero no siempre es así. Un día algo vuelve porque ya estaba, nunca se fue. Y como resultado te quedas con cara de boba alucinando con lo que te está pasando. Estaba y no estaba, estaba todo esconidito detrás de la alacena del cuarto de la plancha. Hoy te he encontrado otra vez. Ya te conocía, te había descubierto, descubrimiento que para mí fue tan emocionante como para Cristóbal Colón debió ser descubrir las américas. Te he vuelto a desubrir soplando el polvo que se habíaa acumulado por encima dela caja escondida donde te guardaba. Me he vuelto a sentir bien, excitada, nerviosa, pero tranquila, como si volviera a estar en casa después de años de búsqueda incesante de un hogar que no era el mío. Años de conquistas de otras tierras donde los bárbaros no me daban la bienvenida. He vuelto a la tierra prometida, a mi sitio, al lugar donde quiero y me apetece estar, donde el aire es más puro y donde la naturaleza crece a sus anchas sin que ningún jardinero venga a recortar ningún arbusto ni ningún pastor a encerrar a ninguna obeja. En esta tierra todo se autorregula de manera natural.

Has sido mi bocanada de aire fresco, tú siempre consigues sacarme una sonrisa y hacerme respirar. Eres aire en los pulmones, un aire que de tan fresco irrita los alveolos. Me haces reír. Me interesa muchísimo absolutamente todo de tí. Me encanta tu conversación; inteligente, cultivada, pero gamberra, emotiva y fresca, sobre todo fresca. Y cuando me haces reír y me diviertes haces preguntarme qué senderos habrán por ahí dentro todavía por descubrir y recorrer. No ha sido suficiente, muy poco tiempo, pero me ha ayudado a respirar. Además he vuelto a respirar tranquila abriendo bien mis pulmones, dejando todo el aire pasar.

Todo estaba desolado. Como si una tribu de bárbaros hubiera entrado a caballo a saquear mi cuerpo y mi alma. Sólo quedaba el silencio y la calma del día después de cien batallas que dejan de celebrarse porque ya acabó la guerra. La mayoría de las cosas que estaban patas arriba y enculadas han vuelto a su posición, y eso lo has conseguido tú con tu magia. Tu magia, mi magia perdida, la magia que es vital ha vuelto a llamar a mi puerta después de años de desaparición. Este lugar se empieza repoblar, estoy en plena posguerra. Pero en mi posguerra hay esperanza.



He visto toda la tarea de reconstrucción que he estado haciendo, también la que tengo que hacer y de lo que has hecho tú con tu llegada: me he dado cuenta de repente de lo mucho que te he echado de menos todo este tiempo. Ni te lo imaginas, te he echado tanto de menos....

Yo tamoco me lo imaginaba hasta que me ha dado en las narices contigo. Necesito aprendera ser flexible conmigo misma, menos cabezona, más transigente, menos perfeccionista; necesito menos temperamento de institutriz estirada con mi propia pupila, que no dejo de ser yo. Y tú me haces ver que no tengo que tener prisa, que me lo tome con calma, sin ningún tipo de ansiedad. No eres ningún salvador, de esos que van salvando mujeres en situaciones chungas. Sabes que es mi proceso, pero lo entiendes, te interesas, me dejas allí sin sacarme ojo de encima, pero con la comprensión y la templanza que sólo se tiene cuando se siente amor.


Y lo que necesitaba no era que me solucionaras nada, son cosas mías. Sólo necesitaba cariño, cerrar los ojos y reducir mi espacio al tuyo para volver a sentir mi espacio. Vuelvo a estar en mi espacio, EN MI SITIO, de nadie más, en mi lugar. Pero también tengo mi lugar compartido, mi otro lugar, un espacio donde estás tú conmigo. Por ese tipo de cosas la vida merece la pena. Y eso no todos lo entienden, tú sabes que soy una leona que muta a gatita dulce y mimosa - felina que necesita su espacio propio-. Y tú me lo respetas y me lo alimentas, y te sientes orgulloso de que lo tenga, no tienes miedo. Te gusta que me vaya a mi sitio porque sabes que para mí es vital. También sabes que después de irme vuelvo, porque quiero, porque es mi decisión, porque mi vida contigo es mucho más bonita y tiene todos esos colores que no sabía que existán que quiero saborear... y los que me falta por descubrir. Y me has hecho feliz. Mi corazón ha vuelto a sonreír por unos instantes. Sigue sonriendo.
No me acordaba de lo que era que mi corazón soltara una sonrisa de arteria a vena, que se abriera de par en par como una ventana sureña en pleno agosto. Y se ha iluminado todo. Una luz brillante, caliente, de esas que acarician y te dan ganas de dormir. Y quiero más. No me conformo, ahora que has vuelto todo tiene más color y quiero todo el espectro de colores, tengo mucha hambre de color porque no hay nada peor que haber vivido tanto tiempo en blanco y negro. Pero yo no estoy del todo y tú no estás del todo y quiero que me abraces. Quiero sentir tus brazos rodeándome y sentir en el vientre tu panchulina. Volver a casa queriendo volver. Desear que llegue ese momento de la vuelta a casa después de un día de perros y poderte decir- estoy muy contenta, soy feliz, pero cuando tú estás soy infinitamente más feliz-.

Contigo me entiendo. Te entiendo y nos entendemos. Hay un algo que por más que he buscado durante tu ausencia y durante el tiempo en el que estuviste cerca, pero no quisimos más que en la distancia próxima...

Me acuerdo con una sonrisa tonta de aquella fiesta de aquel verano, de aquel momento, de aquella vez que nos descubrimos de verdad y desnudamos nuestras almas en silencio, de cuando hablábamos sin hablar, de esa conexión, aquella pregunta que me soltaste porque querías que entendiera algo que nadie te entendía, pero que yo comprendía tan perfecamente, de aquel día en el que querías venir, pero no podías...




Te miro y no ha pasado en absoluto el tiempo. Parece una goma elástica que se empeña en revivir en vivo y en directo algo que pensaba que no se podría repetir ni contigo ni con nadie más, ya ves cómo son las cosas.

Ahora muchas cosas vuelven a tener vida y vuelvo a tener ilusión por esto y por aquello y por lo de más allá, porque eres un muy buen compañero, el mejor.

Esta vez no tengo miedo.

Esta vez no tengo miedo.

Nada me da miedo, y eso que no soy tan valiente como para no sentir miedo. Pero no lo tengo. Porque te conozco, porque me conoces, porque sabemos cómo somos y sabemos qué es eso tan fuerte que hay que ya desde que nos conocimos sucedió. Eso que no nos ha pasado nunca con nadie más, ni antes, ni después y que vuelve a pasar. Ironías de la vida, encima con la misma intensidad. Me paro a pensar y al no entender y a la vez entenderlo todo pienso que me va a estallar la cabeza. Otras veces algo parecido me ha visitado, pero no lo mismo. Es que esto es diferente, no es como otras veces, fue diferente, es diferente, sólo me ha pasado así, de esta manera, con esta intensidad y esta belleza una vez antes. Otra vez por ironías de la vida, porque la vida es muy juguetona, fue contigo. Porque puedo y pude bucearte y lo que ví fue precioso, el estanque más bonito de la tierra, el fondo del mar más poblado y rico. Mi pedacito de tierra en medio de un mar embravecido. Ahora me gustaría que estuvieras, que me dijeras que dejara ya ese libro que me tiene enganchada hasta muy altas horas de la noche. Te preguntaría "En qué estás pensando?" y me hablarías de secuencias de persecuciones, de estallidos, de cosas que tienes que imaginar, pensar y hacer y que resuelves tan bien, porque eres un geniecito. Secuencias de persecuciones, y me reiría, porque es que de verdad, conociéndote, aunque las resuelves de puta madre porque eres un genio, pero.... no te pegan, tampoco una secuencia de telenovela. Me volvería a reír.

Tienes pinta de tipo duro, varonil, serio, reservado y no se equivocan. Pero vas mucho más allá de ese estereotipo. Eres inteligente, sensible, sabes escuchar, eres tierno, eres generoso, amable, respetuoso y mucho más. Además tu amor y tu ternura son inconmensurables. Eres como la miel; aparemente seca, pero suave como el terciopelo y dulce como el turrón de guirlache.

Volviendo a casa me ha parecido volverte a ver otra vez, pero era otro, se parecía tanto a tí, pero no tenía ni tu aura ni tus ojos. Aunque debo reconocer que ha dado un vuelco en el corazón. Vuelve a latir y yo todavía no me lo puedo creer. Durante estos dos años aunque no estabas secretamente latía y ahora me doy cuenta de que latía no porque fuera feliz, sino porque supo que un día latió con fuerza y amor. Y has vuelto así de repente y yo todavía no me lo puedo creer. Tengo tantas ganas de que llegue este verano, de ir a una cala escondida con la cesta de picnic y de volverte a ver sonreír porque me hace mucha gracia cuando tienes la nariz llena de arena. Bailar en aquella terraza de las velas con dos gin tonics viéndote bailar mientras disimulas ese acento pueblerino. Ir a ver exposiciones de fotografía y pegarnos al sofá en una de esas tardes de casi 40º. Tengo tantas ganas de que llegue el verano y de que lo compartas conmigo que ahora mismo saldía a correr por la calle en busca del mes de junio para traerlo aquí. Tú siempre me devuelves la ilusión. Te he echado tantísimo de menos... y es ahora cuando me doy cuenta. Qué tonta, pero qué imbécil y gilipollas he sido.



No hay comentarios: